Cuando todo se derrumba

No sé si lo sabes.

Hoy, yo tendría que haber estado en Atenas, empezando mi estancia de un mes entero en la ciudad. De hecho, ya habría vivido un tiempo en Florencia y en una ciudad costera de Croacia llamada Pula.

Con mi pareja, teníamos planeado tomarnos un tiempo para viajar, sin dejar nuestros trabajos (que los podemos hacer a distancia).

Ya sabes, los planes se torcieron en marzo, con el famoso anuncio del confinamiento.
Y bien torcidos. Retorcidos de mala manera, diría yo.

Pero bueno, se torcieron nuestros planes y los de todos.

La decepción fue grande, no te voy a engañar. Llevábamos meses planificando el viaje y, a medida que se acercaba, la ilusión burbujeaba en nuestras barrigas.

El recuerdo que tengo de aquella primera semana es de completa perplejidad.
El de sentir que todo lo que había construido se derrumbaba y levantada una espesa nube de polvo a mi alrededor.

Siempre digo que para mí, todo lo que pasó esos primeros días, fue como si el sol hubiera dejado de salir por el este.
Muchas de las cosas que creía verdades absolutas cayeron como un peso muerto. Al final, tomé la decisión de coger la runa que había a mi alrededor y crear de nuevo un mundo a mi medida, aunque fuera diferente.

A ver, no soy la única a la que la pandemia le ha estropeado los planes (o incluso parte de la vida). ¡Somos tantos! ¡Hay tantas historias que se quedaron colgadas el 14 de marzo de 2020!

Historias.
En realidad siempre va de eso.
De vivencia, de experiencias, de vida.

Y si te fijas, hay muchas formas de contar historias.
Hay quién las cuenta con humor, otros con rencor, otros con melancolía… El tono y la forma siempre depende del punto de vista de cada uno.

Por ejemplo, si me hubiera quedado atrapada en la decepción, la historia estaría llena de quejas y dolor. O si me hubiera quedado enganchada en el enfado, mi iría rezumaría a través de las palabras.

Tenemos la capacidad de decidir cómo interpretar nuestra historia y lo podemos hacer de manera que nos sea una carga sobre los hombros o bien algo más llevadero.

¿Cómo ves tu propia historia?
¿Cómo la cuentas?

Esto es importante porque tiene un impacto directo en tus emociones y en tu forma de relacionarte con el mundo.

Nuestra historia tiene más de un punto de vista. Cada uno de nosotros tenemos el poder de decir como queremos verla y vivirla.

Que tengas un día bonito,
Sandra Parés